¡Chau Mirta!

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A días de cumplir sus 70 se fue sin despedirse y dejó un vacío difícil de llenar. La llamaron del cielo y allí fue a ayudar con la excelente vocación de enfermera donde dejó un sello muy especial con esa capacidad sobrenatural de resolver y hacer sencillas situaciones complejas.

Dando siempre mucho amor y dedicación. Todas sus compañeras de trabajo destacan su calidad profesional y humana. Vecinos, amigos, integrantes de la comparsa que integraba en carnaval resaltaron su alegría. Gustaba mandar saluditos y los daba personalmente por donde pasaba y dejaba sus destellos de optimismo y buena onda. Todos tenemos un emotivo recuerdo por lo mucho que se preocupó y brindó su amor protector. Abrazo a su hermosa familia que no tiene consuelo. Brille para ella la luz que no tiene fin.

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