Comenzó a formarse en la UBA y terminó en Luján. Tras su doctorado en la Universidad de Buenos Aires comenzó el desarrollo de un trabajo que presentó en este programa NAVES. Obtuvo la máxima distinción entre tres mil propuestas.
Romina vive desde los cinco años en Mercedes y si bien no nació en esta ciudad no duda en definirse como una mercedina más. Comenzó sus estudios de licenciada en Ciencias Biológicas en la UBA y por razones particulares concluyó en la Universidad de Luján, siendo de las primeras egresadas en la carrera de Biología Molecular y Celular. Luego realizó un doctorado en la UBA en Nanotecnología e Inmunología, y buscó siempre continuar su formación en distintas instituciones.
Hace 16 años que se desempeña como docente investigadora en la UNLu y valora en tal sentido la importancia de la universidad pública, habiendo pasado por la UBA, la propia UNLu y la Universidad de Hurlingham ya como profesional
En tiempos de pandemia fue parte del primer equipo de avanzada que dio vida al Laboratorio de Virología Molecular en el Hospital Blas L. Dubarry que sigue funcionando y cumpliendo una tarea relevante en la región.
La iniciativa que propuso surgió después de su doctorado, desarrolló nanopartículas para el tratamiento cáncer de mama triple negativo, “fueron algo innovador y empezamos a pensar que era necesario que esa terapia saliera, y para que salga, no basta con publicarlo o hacer papers, sino que se debe crear una startup de tecnología”, contó a Protagonistas. Una startup de biotecnología es una empresa que se centra en el desarrollo de soluciones, terapias o tecnologías innovadoras para mejorar la salud humana.
Ya decididos a ponerse en ese camino empezó junto a su equipo en marzo de este año, a proyectar este desarrollo y aguardar si la propuesta era aceptada, así como la idea de negocio para inversores. “Nos inscribimos a NAVES que es uno de los premios más importantes de Argentina en este aspecto. Pero no ha sido el único que recibimos, también tuvimos entre otros, una mención del Hospital Italiano oportunamente”, cuenta Romina a este semanario.
El programa NAVES fue un recorrido extenso. Tres mil proyectos se presentaron para un primer filtro que dejó la cantidad en mil y tras diferentes rondas quedaron tan solo quince. El premio consiste en una parte económica, aunque no es lo más importante para Romina, sino que lo valioso radica en el asesoramiento jurídico para patentes, en la ayuda para formar una sociedad, asesoramiento en marketing y ventas y los inversores que pone la IAE Business School de la Universidad Austral para financiar el proyecto.
“Es un tratamiento a base de células, modificadas genéticamente, hasta ahora la terapia ha sido muy efectiva para tumores líquidos, pero no contra tumores sólidos, nosotros estamos desarrollando una alternativa para tumores sólidos, y buscamos reducir tiempos y costos de tratamientos…”, agrega Mitarotonda que ya mantiene conversaciones con empresas farmacéuticas. Durante los primeros años, la startup, no realiza comercialización alguna, sino que se ocupa del desarrollo de esa terapia y de la etapa preclínica que posiblemente lleven adelante no solo en Argentina sino también en Uruguay y Brasil.
“Estamos muy satisfechos por este premio que para nosotros es muy importante… porque además de ser el fruto de muchos años de trabajo, nos hace estar en la boca de los inversores e incluso tener una proyección internacional. Justamente en marzo del año próximo también estaremos mostrando el proyecto en un programa en los Estados Unidos”, agrega la directora científica de la premiada propuesta innovadora.