(De la redacción)
Mientras las trabas se multiplican, los inconvenientes se suman a cada trámite, la temperatura sube en todo sentido y las respuestas vienen a cuentagotas, los jubilados siguen soportando los manejos desacertados del Instituto Nacional de Jubilados y Pensionados. Si la conducción es capaz de tomar decisiones un domingo para complicarte al lunes siguiente, algo no está funcionando bien. Pero además demuestran el grado de improvisación y de ineficiencia, en nombre del déficit fiscal y la optimización de los recursos.
Es posible que esa determinación haya sido adoptada tras la revisión de innumerables planillas donde solo había números, no personas. Cuentas que muestran el debe y el haber, pero no las peripecias de un jubilado que cobra la mínima y media, y que de un día para otro se encuentra con que tiene que hacer trámites como Soledad Silveyra en la Clínica del Doctor Cureta, aunque en la realidad y no en la ficción.
Las medidas no contemplaron a los afiliados, no contemplaron a los empleados, no contemplaron a los funcionarios jerárquicos que están vaciados de poder para dar respuestas concretas. Las agencias son apenas bocas de atención que solo reciben papeles que cargan a un sistema y esperan respuestas. ¿Es esta entonces una buena forma de gestionar? ¿Es este un buen ejemplo de cómo se deben hacer las cosas? En efecto se pueden hacer de dos maneras, mal o bien. Los propios jubilados que soportaron colas, pérdida de tiempo, tragos amargos e incertidumbre, saben la respuesta a esas preguntas y lo vivieron y viven en carne propia.
Del otro lado estuvieron los que se animaron a intentar una organización. A juntarse para unificar sus reclamos. Juntaron un buen número en medio de una sociedad apática y anestesiada, pero un porcentaje bajo respecto de la cantidad de jubilados que tiene Mercedes que asciende a 10.500. Los valores de la solidaridad se trastocaron. Los problemas de otros no parecen ser propios, especialmente cuando se es jubilado o pensionado, o se va camino a serlo. O sencillamente se tiene un familiar en esa situación al que se lo puede acompañar. En términos institucionales tampoco hubo demasiadas manifestaciones de apoyo, siquiera con comunicado de prensa, mucho menos presenciales. Un puñado de funcionarios estuvieron en alguna de esas asambleas.
¿Quién brinda por los jubilados? No es todo tan pesimista, puesto que cuando se plantan por algunas horas en los canteros de la 16, la sola presencia despierta el acompañamiento de las bocinas de los automovilistas que pasan. Serían como la moneda que ayuda el mendigo, pero moneda al fin.
Si se quieres construir un Estado más eficiente existen alternativas, y como en el caso de los medicamentos, el camino debió haber sido otorgar un plazo perentorio para normalizar situaciones y no acorralar a los pobres viejos que siguen en la línea de castigo y vuelven a ser variable de ajuste. La frase “Con los Jubilados No” debe convertirse en acción, en un verbo y no en un cartel o una remera. Diciembre no es un mes más en el calendario, es un mes especial. No ha sido oportuno, más bien ha sido desatinado y bastante cruel, meter a los afiliados del PAMI en semejante berenjenal como si ellos fuesen los responsables del descalabro que sufre el organismo.