El titular de la Arquidiócesis Mercedes – Luján, Jorge Scheinig, recordó al Papa Francisco como «un profeta, un hombre de Galilea, con una voz incómoda pero necesaria para el mundo».

En una de sus homilías, Monseñor Scheinig recordó el misterio central de la fe: «el sepulcro está vacío», señal del triunfo de la vida sobre la muerte. Este mismo mensaje pascual, destacó, se refleja de forma conmovedora en la muerte de Francisco: «Murió en Pascua, lo cual es un signo de que la vida tiene la última palabra».

El arzobispo evocó también la imagen del Papa Francisco en sus primeros momentos como pontífice, cuando en el balcón de San Pedro pidió: «Recen por mí». Y contrastó esa humildad inicial con su último gesto público, su bendición final «para el mundo entero». «Este hombre fue llamado por Dios a ser un hombre del mundo. Alguna vez me animé a llamarlo ‘hermano universal'», afirmó.

Monseñor Scheinig, quien compartió estrechamente la vida con Francisco cuando ambos vivían en Buenos Aires, ofreció una semblanza cercana del sucesor de Pedro. Recordó su sencillez cotidiana, su sensibilidad con los más vulnerables y su compromiso con las periferias: «Estando en Roma, quiso vivir en Galilea», dijo, usando la metáfora del Evangelio para referirse a la decisión del Papa de vivir en la casa Santa Marta, y no en los tradicionales aposentos papales. «Francisco vivió como un hombre de Galilea. Eligió la periferia, y desde allí, habló con voz clara y profética».

«No quiero hacer un panegírico, pero lo digo con convicción: el Papa Francisco fue un profeta. No un visionario, sino alguien que se animó a hablar desde los sentimientos de Dios. Su voz fue incómoda para muchos, también dentro de la Iglesia. Pero fue una voz necesaria, porque puso el sufrimiento humano en el centro», expresó.

«No inventó nada, pero se dejó llevar por el Espíritu. Ojalá el próximo Papa recoja el guante de Francisco y siga recreando los sueños del Concilio», expresó en la víspera del cónclave.

«Recordamos a Francisco con alegría, con gratitud. Su humor, su sencillez, su cercanía. Hoy damos gracias a Dios por su vida, y pedimos que su legado siga iluminando a la Iglesia y al mundo entero», dijo el arzobispo en sendas misas realizadas en Mercedes y Luján.

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