(De la redacción)
En momentos donde se discute la necesidad de la presencia o no del Estado en nuestras comunidades es interesante abrir algunas líneas de análisis sobre la necesidad de un destacamento de bomberos para la zona rural. El proyecto de contar con un cuartel en territorio alejado del ejido urbano no es una cuestión nueva, sino un viejo proyecto que siempre encontró una barrera para su puesta en marcha: la cuestión económica.
En esos vaivenes económicos que tiene la Argentina, el Cuerpo Activo de Bomberos de Mercedes no ha hecho más que sostener sus medios mecánicos, su infraestructura, su personal, su capacitación, y mostrar un sostenido crecimiento para responder a las demandas de la comunidad. Incluso responder a llamados o convocatorias en siniestros que se producen en otras localidades.
Los aportes de los socios que no son millonarios (lejos está de ser así), la tradicional rifa y los aportes de la comunidad a través de los contribuyentes, resultan sus fuentes de financiamiento que a la luz de los hechos, resultan insuficientes.
En noviembre del año pasado una empresa radicada en nuestra ciudad, sufrió un incendio de grandes dimensiones y para ello necesitó de la participación de varias dotaciones de bomberos que no solo controlaron la situación sino que además evitaron pérdidas mayores. Es cierto que poco después esa firma reconoció a Bomberos con una plaqueta.
Pero ese hecho fue el que apuró las cosas. Evidenció con claridad que era urgente poner manos a la obra la construcción del destacamento. Es decir un incendio avivó el proyecto del destacamento. Entonces se recurre al Estado que aporta más de 60 millones para esta primera etapa y tal vez realice otras ayudas para que la iniciativa se torne realidad.
Es cierto que no estamos en momentos donde las empresas, las industrias o los grandes comercios, gozan de momentos de abundancia, más bien enfrentar complejidades propias de un escenario general. Pero bien podrían analizar la posibilidad de hacer sus aportes para que el destacamento pueda terminarse sin más aportes estatales. Pues aquel episodio del 2024 dejó en claro que también ellos necesitan de una rápida respuesta de Bomberos.
Hay algo que se llama Responsabilidad Social Empresarial (RSE), cuya definición señala que es el compromiso voluntario de las empresas de contribuir al bienestar social, económico y ambiental, y a la mejora de su competitividad. “Es decir, implica ir más allá de las obligaciones legales y buscar soluciones que beneficien a la sociedad y al medio ambiente, además de a la propia empresa”. Son iniciativas voluntarias, no obligaciones legales. Pero es indudable que de manera directa o indirecta, recibirán un beneficio por una decisión de acompañamiento a un determinado proyecto como es en este caso del nuevo cuartel de la zona rural.
El Estado en este caso dice presente. Lo público resulta necesario para empezar a empujar un carro que ya está en marcha y que seguramente no dejará que se detenga. Pero el aporte privado puede sin duda garantizar que se llegue al cumplimiento del objetivo que toda una comunidad se ha propuesto. El sector privado también forma parte de esa comunidad.