Mercedes tendrá nuevamente una convocatoria electoral el venidero 7 de septiembre. Será la primera de dos que depara el 2025. La primera de ellas estará relacionada de modo directo con los cargos legislativos del parlamento mercedino y las de octubre tienen que ver con la elección de los diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires que presente cada una de las fuerzas.

En principio más atractiva y por ende más convocante, la de septiembre. Pues en esa jornada electoral la ciudadanía tendrá la oportunidad de elegir a nuevos concejales y consejeros escolares. Cada dos años hay renovación de estos cuerpos colegiados con candidaturas de vecinos de la comunidad. Que resultan obviamente más cercanos, conocidos (para bien o para mal), hay campañas más directas hacia el pago chico. En resumen, es lógico que despierten interés de los votantes.

No obstante, en aquellos distritos donde hubo elecciones este año, los niveles de participación fueron bajos y ese es un motivo de preocupación para la dirigencia en general, pero para la democracia en particular.

Es cierto que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un electorado especial, pero lo ha sido más que por sus índices de participación por su modo de votar, es decir a qué espacio direcciona su confianza. Además, en esta ocasión también los votantes elegían sus propios legisladores, sus concejales para hacer un paralelismo con lo que sucederá en los distritos bonaerenses durante el mes de septiembre. Ni siquiera ese condimento quebró la tendencia a la baja en las convocatorias.

En la mayoría de los casos esos niveles de participación estuvieron apenas por encima del 50 por ciento. Algo más de la mitad de los empadronados acudieron a sufragar, hecho que marca un divorcio de los ciudadanos con la dirigencia política. No debe resultar alarmante porque ya ha sucedido en otras ocasiones, aunque sí debe ser motivo de preocupación. Los votantes han mostrado desinterés por decidir quiénes son sus representantes. Lo que suele llamarse crisis de representatividad.

No es menor el dato que se plantea en provincia que es el desdoblamiento, el polémico desdoblamiento. Se difiere la fecha de las provinciales con las generales. Esto hace también que los datos históricos sean tomados con cierta cautela porque es una nueva experiencia que no tiene antecedentes. No hay candidaturas nacionales que traccionen. Las listas locales serán más preponderantes incluso que las que proponen legisladores provinciales. Senadores para el caso de la Primera Sección Electoral de la que forma parte nuestro distrito.

En CABA los datos marcan que se registró el nivel de participación más bajo en tres décadas. En 2023, elecciones presidenciales, el número había llegado a casi 70 por ciento (69.7 %). En cambio, en 2019, también presidencial, pisó el 80 por ciento (79.8 %). También estábamos acostumbrados a un número bajo en las primarias y algo más alto en las generales. Sin embargo, el 2025 solo nos propone generales.

La caída en el interés popular por concurrir a votar fue incluso menor a los niveles de 2001, aquel tiempo del “que se vayan todos”, donde hubo voto bronca, pero con niveles de participación visiblemente más altos que los actuales.

¿Por qué entonces el electorado de Mercedes (como el de Luján, Suipacha, Navarro o Chivilcoy), deberían actuar de modo diferente? No hay razones de peso que hagan pensar lo contrario. Ni siquiera la oferta electoral para escudarse en que ninguna propuesta resulta representativa. En Capital Federal hubo 16 listas, por ejemplo.

Porque esto también pasó en Chaco, Jujuy, Salta y San Luis, donde se observó un fenómeno similar. En ninguna de esas provincias se superó el 65% de participación. La tendencia es de un menor compromiso electoral de los votantes, un mayor desinterés.

En Mercedes, desde 2001 a esta parte, esos niveles de participación siempre estuvieron por encima del 75 por ciento en elecciones generales, tanto sean legislativas como ejecutivas. En aquella ocasión la participación del electorado alcanzó el 77 por ciento, aunque con señales de descontento en votos en blanco e impugnados, llevando el piso para la obtención de un concejal a menos de 3 mil votos. Es cierto que con un padrón de menos votantes.

Desde entonces los índices fueron subiendo hasta trepar en el 2011 a más del 80 por ciento y nunca bajar de esos niveles. Tan es así que, en 2021, última legislativa, el distrito Mercedes tuvo un nivel de participación apenas por encima del 80 por ciento y había que alcanzar más de 4700 votos para pensar en la obtención de una banca de concejal.

A qué nos exponemos para septiembre sería la pregunta para hacernos. Cómo lograr torcer esa tendencia. Cómo despertar interés en votantes desinteresados que en buena parte deciden que sean otros los que elijan a quienes los representarán.

Si la tendencia a la baja se confirma en el distrito y los índices se ubican en un 60 por ciento aproximadamente, se estarían perdiendo casi 20 puntos de lo que fueron los últimos comicios. Eso pasado a números son alrededor de 10 mil votantes menos que asistan a las urnas. Descontados los votos en blanco y nulos posibles, podríamos estar hablando de poco más de 30 mil votantes y un cociente para la obtención de un concejal que retrocede a lo sucedido hace 20 años, cuando debían conseguirse 3.500 votos. No debemos dejar de mencionar que en 2005 la cantidad de votantes habilitados eran 45 mil y en las últimas legislativas fueron 57. Con los números puestos y la elección consumada se verá a quién puede beneficiar ese fenómeno y a quién perjudicar, más allá de las lógicas presunciones.

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