Ingredientes (6 porciones)
50 g de manteca
1 vasito de aceite (si es oliva mejor)
15 dientes de ajo (2 cabezas de dientes medianos o grandes)
2 o 3 cebollas de verdeo
1 litro de caldo de verdura (algo más por si hace falta)
4 papas medianas
1 pote de crema (200 g)
Sal
Pimienta negra
Opcional a gusto
1 cucharadita de pimentón
1 cucharadita de comino
2 cucharadas de ajo en polvo
Rodajas de pan del día anterior
2 cucharadas de Maicena (almidón de maíz)
Perejil picado (opcional)
Preparación
Pelar los ajos y cortarlos en rebanadas no muy finas.
Cortar las papas peladas en trozos medianos.
Cortar las cebollas de verdeo.
Rehogar en manteca y aceite los ajos sin dorar, agregar el verdeo cortado, incorporar las papas y el caldo; sazonar con sal, pimienta y el ajo en polvo (le da más fuerza al sabor del ajo)
Tapar y cocinar hasta que las papas estén bien cocidas, agregar si es necesario algo más de caldo o agua.
Si el caldo está condimentado cuidar lo que se agrega.
Procesar todo lo cocido que quede bien integrado y volver al fuego que se integre y agregar la crema. Cocinar unos minutos
Si se desea más espesa diluir en líquido frío la Maicena y mezclar con cuchara de madera para que se cocine.
El pan puede ser en rodajas cocidas fritas o al horno o bien trocitos hechos así.
Servir muy caliente con el pan y se come con él adentro o como acompañamiento.
Se puede decorar al servir con unas hojas de perejil picado
Hablemos del ajo
El ajo pertenece a la familia de las liliáceas, que abarca unas 3.500 especies de plantas herbáceas y árboles. El género Allium, al que pertenecen hortalizas tan conocidas como los ajos, las cebollas, las cebolletas, el cebollino y el puerro, es el más importante de esta familia. Muchas de sus especies forman bulbos o engrosamientos subterráneos del tallo y todas ellas son ricas en aceites esenciales sulfurados muy volátiles y picantes.
En relación con la salud
Las excelentes cualidades diuréticas, depurativas, antisépticas, fungicidas, y antibacterianas del ajo (especialmente crudo) son ampliamente conocidas y divulgadas. De hecho, el ajo se ha utilizado desde muy antiguo en el tratamiento de diversas afecciones.
Aumenta las secreciones bronquiales por lo que se le atribuyen propiedades expectorantes y desinfectantes, es muy útil en el tratamiento de las congestiones y en las infecciones respiratorias como los catarros o resfriados.
Su consumo se recomienda en caso de parasitosis intestinales, disenterías y otras infecciones gastrointestinales.
El consumo frecuente de ajo provoca vasodilatación de los vasos sanguíneos, por lo que la sangre fluye con más facilidad y disminuye la presión, con lo que mejora la circulación sanguínea.
El ajo es reconocido por su efecto diurético, es muy recomendable en caso de hipertensión y riesgo cardiovascular
Consumir ajo de forma habitual estimula las mucosas gastrointestinales, provoca así un aumento de las secreciones digestivas y de la bilis. Esto se traduce en una mejor preparación del tracto digestivo para la digestión de los alimentos.