A ocho meses del trágico accidente con un inflable que conmovió a la comunidad, la mamá de Martiniano comparte detalles sobre su estado actual, los desafíos de su recuperación y la batalla con la Obra Social. A pesar de las secuelas de un traumatismo craneoencefálico grave, Martiniano avanza, impulsado por el amor familiar y el apoyo comunitario.

Han pasado ya casi ocho meses desde el 15 de septiembre, fecha del lamentable accidente ocurrido en el campo de deportes del Club Quilmes, y en el que resultó herido Martiniano Palazzo, en ese momento, de 9 años de edad.

En medio de una celebración, el menor cayó desde un inflable y golpeando su cabeza contra el piso, debió ser traslado de inmediato al Hospital Dubarry, donde se le realizó una intervención quirúrgica. Posteriormente debió ser trasladado de urgencia al Hospital Garrahan, permaneciendo allí durante varios meses, y hace pocos días, en un nuevo traslado, fue derivado a un nuevo centro de atención

Su madre, Daniela Conte, decidió brindar un testimonio a Protagonistas, para relatar el presente de Martiniano, quien se encuentra internado en una clínica de rehabilitación, iniciando un largo proceso. Si bien la etapa más crítica a nivel clínico ha pasado, quedan importantes secuelas que requieren tratamiento. El traumatismo inicial fue muy grave, y su vida estuvo en riesgo, especialmente en los primeros cuatro o cinco meses debido a infecciones relacionadas con los catéteres. A pesar de haber recibido una válvula para tratar la hidrocefalia, lo que ha reducido el riesgo vital inminente, el camino por delante es extenso.

“Tiene un camino muy largo, muy largo por delante, no sabemos de cuánto tiempo, porque eso solo lo sabe Dios y Marti, ni siquiera los médicos. Y él va a ser un paciente crónico toda su vida, debiendo recibir un tratamiento por todo esto. Pero bueno, apostamos a que salga de la mejor manera posible y que logre la mayor cantidad de cosas que él pueda hacer. Sabemos que alguna discapacidad va a haber, no sabemos cuál. El traumatismo fue muy grave, fue muy fuerte, su vida sí estuvo en riesgo…” contó Daniela

Sobre el presente de Martiniano, su mamá precisó que él hoy ya no está en una terapia. “Está en una habitación y de alguna manera, tal vez hasta podría traerlo para hacer una terapia ambulatoria, pero consideramos que aún no es el tiempo y es mejor que esté todavía en un lugar en el que puedan regular el tema, sobre todo, de sus secuelas, con la medicación, y demás…”.

Daniela, junto a su esposo y su hija menor han sido fuertes en familia, con el apoyo de mucha gente.

Una recuperación larga y con desafíos

Después de múltiples cirugías en el Hospital Garrahan, donde recibió nueve intervenciones quirúrgicas más, además de la craneoplastía, Martiniano fue trasladado a un centro de rehabilitación (ALCLA). La madre explica que el Garrahan es principalmente un hospital para pacientes agudos y subagudos, enfocado en estabilizar la parte clínica, pero no funciona como un centro de rehabilitación. En cambio, un centro de rehabilitación está diseñado específicamente para rehabilitar y estimular.

En la clínica actual, Martiniano recibe diversas terapias, incluyendo kinesiología, fonoaudiología, terapia ocupacional, estimulación visual y comenzará a recibir clases de una maestra domiciliaria. Estas terapias buscan trabajar las secuelas y adquirir habilidades que faciliten su vida diaria.

Sobre los primeros momentos tras el accidente, Daniela hizo referencia a la atención en el hospital, manifestando: “Si no hacían la cirugía descompresiva aquí en el hospital, Martiniano se moría. Eso fue una realidad, y por eso digo que con el hospital, y la figura del neurocirujano, Dr. Marelli, que lo operó, y con quien no volví a tomar contacto, estoy más que agradecida, por como se comportó el hospital, con respecto a este inicio del accidente… lo que hizo Marelli fue lo mejor que pudo hacer para salvarle la vida a Marti, y de hecho, lo hizo. Creo que parte fundamental en que Marti esté, tiene que ver con eso, que él se animó a operarlo, que era un paciente pediátrico, extremadamente complejo. En la cirugía venía todo bien y de repente se complica, tuvo que tomar otras medidas, y actuó rápido…”.

También Daniela tuvo palabras de elogio y agradecimiento para con el Hospital Garrahan. “Por cómo se brindaron con nosotros en la contención, cómo se portaron en el tratamiento para Marti. Creo que él fue un paciente que les quemó todos los papeles, que les hacía todas las cosas al revés de lo que ellos esperaban. Tenían un protocolo estandarizado y Marti se los daba vuelta, porque nada era lo que esperaban, entonces siempre estaban para buscar soluciones o investigar un poco más de lo que se podía hacer… también nosotros lo hicimos y lo estamos haciendo porque queremos lo mejor para él”.

Más adelante, Daniela contó “Sabemos que no vamos a tener el mismo nene, el Marti que nosotros teníamos hasta el 15 de septiembre era uno, y ahora será otro, completamente distinto, quizás desde lo físico, pero sigue siendo Martí, nuestro hijo amado, esperado, querido, y estoy segura que todo aquel que entre en contacto con él, que lo fue a visitar en este tiempo se pudo dar cuenta que Martí está… y la conexión que tiene con su familia es única, no deja de ser él”.

La batalla con la Obra Social por derechos fundamentales

Una de las mayores dificultades que enfrenta la familia es la relación con la Obra Social, Sancor. La madre expresa que han tenido que recurrir a un abogado porque la Obra Social «se toma sus tiempos para todo».

Un ejemplo crítico es la demora en la entrega de la silla de ruedas especial que Martiniano necesita desde el 26 de diciembre. La silla, fundamental para su movilidad e independencia fuera de la cama, fue autorizada en marzo después de un mes de espera para evaluar presupuestos, pero Sancor no libera el pago a la ortopedia, manteniendo la silla parada mientras Martiniano permanece acostado en una cama. La familia siente que pelean «por todo», a pesar de tener el certificado de discapacidad y todo en regla. Consideran que tener estas prestaciones es un derecho, ya que él no eligió la discapacidad ni el accidente.

El tener su silla de ruedas permitirá que Martiniano tenga una mayor independencia, más tiempo fuera de la cama, el poder salir a pasear y una mejor calidad de vida, en definitiva.

A pesar de estar en un centro de rehabilitación, Martiniano sigue siendo paciente neuroquirúrgico del Garrahan hasta los 18 años para sus controles, precisó su mamá.

Apoyo de la comunidad

Daniela expresó que ellos han vivido el apoyo de la comunidad con mucha gratitud y emoción. No se imaginaron lo que la sociedad unida puede lograr en una situación así. Reconocen que, evidentemente, la situación generó un gran impacto y no terminaron de dimensionarlo. “Estamos muy agradecidos y emocionados”, subrayó.

Para la familia, el apoyo de la gente ha sido muy importante. Destaca un grupo de amigos y familiares que fueron fundamentales, organizando eventos como un festival o rifas para recaudar fondos. Si bien la ayuda económica fue una gran ayuda, permitiéndoles dedicarse a Martiniano y su hermana, lo que más rescatan es la energía, las oraciones y las palabras de aliento de todas las personas.

Sienten que toda esta energía positiva les llega a Martiniano y hace que lo que pasa a su alrededor sea «un poco mágico». Describen a Martiniano como un «niño mágico» que generó amor. Piden a la gente que siga pidiendo y rezando por él, sin importar su religión o creencias.

Daniela enfatiza que, más allá de la ayuda económica, que fue fundamental en un momento, lo que más valoran es el amor, el respeto y el cariño que han recibido. Sienten que tienen un gran trabajo por delante para poder devolver todo lo que les han dado durante este tiempo.

El accidente: fallas de seguridad y búsqueda de responsables

En el diálogo con este medio, Daniela se refirió a la trágica tarde del 15 de septiembre, precisando que si bien fue un accidente, fallaron muchas cosas en cuanto a la seguridad ese día. Nadie controlaba la cantidad de niños que se subían al inflable, el inflable no estaba asegurado al piso ni atado. Ella considera que no hay culpables, pero sí responsables, y que cada uno debe hacerse cargo de la parte que le toca, incluyendo el club y la persona del inflable. “Si bien fue un accidente, porque nadie buscó que esto suceda, nadie dijo voy a poner el inflable ahí para que Martiniano se rompa la cabeza, fallaron muchas cosas desde la seguridad… y esto le podría haber pasado a cualquiera de los chicos que estaban ahí arriba, y nos tocó a nosotros… acá él no se cayó, el inflable colapsó, y fallaron un montón de cosas en el camino… si bien considero que no hay culpables, sí hay responsables…”, precisó.

Menciona la falta de regulación para los inflables y compara la situación con su propia profesión de kinesióloga, donde existe un seguro de mala praxis y un marco legal para responder en caso de un error, aunque no haya intención. En contraste, con los inflables, un accidente grave puede ocurrir y todo sigue igual sin que nadie revise el peligro para los niños.

Para ella, lo más importante es que esto sirva para el futuro y no vuelva a pasar, para que no haya «más Martinianos». Desea que se tomen las medidas necesarias y que existan leyes que protejan a los chicos. No le desea a nadie pasar por lo que ellos están viviendo, y considera fundamental un marco legal para la protección de los niños.

Futuro

Aunque no está en el Fleni como se había mencionado públicamente (debido a un problema con la prepaga), está en un buen centro de rehabilitación y van a pelear para ver si pueden trasladarlo al Fleni, que consideran el mejor lugar por las terapias que ofrece.

Actualmente, Martiniano está en un proceso de evaluación en el centro de rehabilitación. Una vez completada la evaluación (lleva unos 15 días), les presentarán un plan de tratamiento con objetivos.

Mencionan casos inspiradores de personas que han salido adelante con secuelas de traumatismos similares, incluyendo adultos, y un kinesiólogo que se recuperó de un traumatismo craneoencefálico grave, estudió y trabaja. Estos testimonios los empujan a seguir adelante,

La situación de Martiniano los ha llevado a reflexionar sobre la inclusión y cuán preparada está la sociedad para aceptar realidades diferentes y niños con discapacidades. Quieren que su hijo tenga una vida digna, plena y feliz, y lucharán por sus derechos y los de otros niños con discapacidades.

“Verlo luchar a él, es lo que nos da fuerza para decir «cómo vamos a rendirnos nosotros…» sigan rezando por él”, destacó Daniela.

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