Quita, custodia e inspiración de la prolífera obra de Octimio Landi
(Por Walter Anido)
Es la mañana del 9 de junio. Lunes. Una particular vivienda de la calle 39 entre 32 y 34 es una vivienda particular. En su interior se guarda un patrimonio cultural inmenso, pero también reside Quita, quien ese día cumple 103 años. Sus padres quisieron que se llamara Blanca Yolanda, Saavedra su apellido. Cuando se le pregunta por el mismo agrega de Landi, con orgullo. Es quien fue compañera de vida de este artista excelso que dio la ciudad de Mercedes. Es quien vivió como nadie la vida artística de “Chichí”, como le decían en la intimidad.
Esa mañana tal vez el movimiento de la casa no era el habitual. Periodistas de la ciudad se acercaban a charlar con Quita, quien desde temprano no paraba de recibir llamadas a su teléfono fijo. Responde a cada requerimiento con suficiencia, sin inconveniente alguno. Tiene tiempo para todos. La artista plástica Marcela Brown la acompaña desde temprano. Ricardo Bartolomeo, escultor mercedino y casi un hijo adoptivo para Quita y Octimio, se convierte en una especie de guía de un interminable museo de obras de Landi y muestra orgulloso sus espacios de inspiración que permanecen intactos.
La vivienda es de dos plantas. La planta baja es donde Quita pasa la mayor parte de su tiempo, rodeada de trabajos del artista, pero también de elementos de la vida cotidiana. Un altillo que supo ser taller, conserva otras tantas obras. Para llegar a ese lugar hay que sortear una escalera caracol un tanto complicada. Como si llegar allí fuese parte de una misión que tendrá un final feliz.
Cada cuadro, cada escultura tiene un sentido. Los bustos que están en una repisa en el que sobresalen los de la propia Quita y uno que Octimio hizo de si mismo. O un cuadro de un desnudo, tal vez el único, que está invertido. Boca abajo. Afirman que desde hace muchos años ese cuadro le generó celos a Blanca Yolanda, quien un día decidió ponerlo de esa manera y pareció ser una sentencia definitiva.
Tras esa recorrida nos acomodamos con Quita en el living. Al lado de “Mercedes”, una escultura que es la predilecta de la compañera de Octimio. Su nombre remite a la ciudad y Pedro Pasquinelli fue quien la bautizó. Quita está cumpliendo 103 años. Está guapa, lúcida, memoriosa, centrada. Capaz de charlar sin perder detalle, pero sin desatender lo que pasa a su alrededor, para volver al hilo de la charla sin dificultades.
Protagonistas estuvo allí. Nos parecía que no debíamos faltar a ese cumpleaños que se estaba gestando. En su cocina ya empezaban a colgar unas guirnaldas y algún festejo se preparaba para un poco más tarde. Quita controla todo. Quién llega, quién llama, quién pregunta. Se acomoda en un sillón y empieza a repasar con celeridad más de un centenar de experiencias, de vivencias y de sensaciones. Sin omitir detalle. Sin hacer demasiadas pausas para ser certera en sus datos y definiciones.
Nicolas Pousthomis es un reportero gráfico que vivió muchos años en Francia y ahora se encuentra radicado en Mercedes donde ha sabido vincularse con el mundo de la cultura. Ya ha sacado fotos y está a punto de irse. Cree que su trabajo está terminado. Pero con la campera puesta para enfrentar una mañana agradable pero fresca, decide quedarse unos minutos más para escuchar a Quita. Como un imán. Sus definiciones atrapan, encandilan e invitan a no perdérselas. Nuestro cronista dialoga por casi media hora. Quita ríe, hace una pausa, se emociona y reflexiona, responde sin titubeos ni tardanza. Recorre todos esos años con una asombrosa claridad. El inusitado movimiento de esa mañana no la perturba, por el contrario, le sabe dulce. Sabe que en las horas siguientes habrá menos presencias, pero puede que no le importe demasiado. Es solo una presunción. Quita está acompañada por Octimio. Por toda su obra que la abraza y le despierta admiración. Alguna escultura hasta le hable por lo bajo, aunque sea solo una sensación de quien está escribiendo este artículo. Como en la película Una Noche en el Museo o en la letra de Los Fantasmas del Roxy. Quién sabe. Habría que volver una noche. Cuando el silencio se apodere de ese lugar y poner el oído en la puerta. Juraría que algo debe escucharse. No es posible que tanta imaginación plasmada en obras artísticas no tengan sus propias expresiones. De hecho, las tienen. Puede que nosotros no tengamos la sensibilidad suficiente para poder escucharlas.
“No sé cuál es la fórmula, pero yo he sido siempre muy alegre”
- ¿Cómo es su nombre?
- Blanca Yolanda Saavedra… de Landi
- ¿Nació en Mercedes?
- Si… allá por la 23 y 16… era casi en la esquina.
- ¿Como lo conoció a Octimio?
- Lo conocí cruzando la 30 por los canteros… doblaba por la 25… pasó por al lado mío y me dijo “adiós” … Yo no lo conocía, pero era mi vecino, porque yo me había mudado hacía poquito a la 23 entre 34 y 36. A la vuelta de su casa. Cuando volví él estaba parado en la esquina. Me había estado siguiendo (risas). Tenía 16 años yo. Él tenía novia y la dejó… ¿por mí? Y si…
- ¿Se casó pronto?
- No… pero a los 17 años fue a pedir permiso a casa… nos casamos algunos años después.
- ¿Cómo fue la vida con él?
- Hermosa… con sus altibajos. A veces nos enojábamos por cosas menores, pero rápidamente lo solucionábamos hablando.

Así empezamos la charla con Quita. Rememorando aquellos tiempos de juventud. Donde las relaciones tenían casi protocolos de formalidad. Relata con seguridad cada cosa y no pierde dato ni detalle.
- ¿Tenía dedicación exclusiva a su vida como artista?
- Nooo… trabajaba. Era sastre. Cortaba y confeccionaba. Trabajaba en una sastrería. Después puso un taller en la 21 y 28.
- ¿Usted también trabajaba?
- Cuando era soltera entré a trabajar a la fábrica de camisas… Condal. Ahí fue donde me jubilé. Me casé y seguí trabajando, él no quería.
- ¿Cómo era Octimio como artista?
- El mejor… (suelta otra vez risas). Había muchos, pero había uno que era muy bueno, el que hizo el caballo de San Martín. Octimio le ayudaba a Marín, porque hizo esa obra en el taller de los Landi, al lado de su casa familiar. Le hizo el brazo que sirvió de modelo. El era autodidacta, no tuvo ningún maestro. La única que lo ayudaba porque era muy conocida, era Josefina Zamudio. Eran muy amigos.
- Rodeada de su obra, ¿lo siente presente?
- Siempre lo tengo presente… miro sus obras y parece que fuese la primera vez que las veo. Esta era su preferida (dice y señala a Mercedes, una escultura moderna que forma parte de ese living).
En su prolongada vida admite haberle pedido a Dios que la lleve, aunque respeta la voluntad divina. Como respeta que no hayan llegado hijos a su matrimonio.
- Yo le dije a mi mamá que cuando tenga hijos iba a tener todos los que vinieran, pero Dios no me dio ninguno. Me hubiese gustado con locura… Pero los tengo ahora de vieja (risas), cuando más se necesitan. Ricardo (Bartolomeo) y su señora que falleció, son los hijos que no tuve.
- ¿Qué es lo más lindo que le pasó en el día?
- Recibir tantas visitas, no las esperaba… me hicieron muchos reportajes y me sacaron fotos.
- ¿Cuál es la formula para llegar a los 103 años?
- Carmen Guinot cuando viene me toca para que la contagie… (risas). Pero no sé cuál es la fórmula. Yo he sido siempre muy alegre. Siempre me reí mucho.
- ¿Entonces debe ser vivir con más alegría?
- Sí, sí… y no ser egoísta, no despreciar a nadie, no discrimino… no sacar el cuero a nadie, cada uno vive como puede. No tengo maldad.
Alguna vez el Papa Francisco habló de que hemos perdido la capacidad de llorar. De llorar bien, de no naturalizar lo malo que pasa en el mundo. Puede que también hayamos perdido la capacidad de reír, de encontrar motivos para hacerlo, porque si los buscamos es posible encontrarlos. Quita ríe. Lo hace seguido. Ha cumplido 103 años y no ha dejado de reír, como un antídoto o “gambeta” para ahuyentar lo inexorable.
Crédito Ph: Nicolas Pousthomis
Octimio Landi, un destacado artista mercedino

Nació el 3 de septiembre de 1920 en Mercedes, Provincia de Buenos Aires y falleció el 1 de noviembre de 2005 en la misma ciudad. Autodidacta, fue una figura central en el ambiente cultural de Mercedes: integró el Círculo Artístico de Mercedes, la Biblioteca Sarmiento, la Casa del Pueblo, el Museo de Ciencias Naturales Carlos Ameghino y el Grupo Escalera que nuclea a plásticos de la ciudad. En 1995, ejecutó el monumento a Florentino Ameghino empotrado en el Parque Municipal. Artista multifacético, fue escultor, pintor, dibujante, grabador, ceramista, ilustrador y cineasta. Desarrolló, a su vez, “Heliolandigrafias” que consistían en intervenciones realizadas sobre copias heliográficas. Esta misma lógica de reutilización y reciclado de materiales la empleó en muchas de sus esculturas trabajadas a partir de desechos industriales, motores y piezas de griferías. Expuso en importantes salones y museos del país. Logró, además, entre otras distinciones, la Mención Honorífica en el Salón de Rosario en 1961.
Fuente: Portal de Arte de la Argentina