(De la redacción)
Esta versión del bloque de concejales de la Unión Cívica Radical parece haberse oxigenado luego de romper relaciones con el PRO. Se muestran con manos desatadas, no parecen moverse lejos de sus principios, entienden la política como un ámbito de negociación y diálogo permanente para obtener beneficios colectivos (sin juego de palabras). A pesar de las críticas que recibieron, esta apreciación puede remontarse al tiempo del tratamiento del presupuesto, cuando acompañaron no sin antes peticionar algunas cuestiones. Entre ellas estas cuestiones del transporte, que largos meses después tiene un final feliz.
Pero los cuestionamientos para la bancada radical no solo surgieron de sus exsocios políticos, sino también de parte de algunos correligionarios. Cuentan hace tiempo que dirigentes de la UCR cuestionaron duramente a los ediles por estas actitudes de acompañamientos en algunas reuniones del comité.
Incluso hay quienes aseguran que ese fuego amigo generó que parte de la bancada lleve largo tiempo sin pisar el edificio de la avenida 29. Pero los propios radicales que tienen una banca en el HCD confían en que fue un hecho necesario aquel posicionamiento al momento de tratar el presupuesto, a pesar que hasta Mayores Contribuyentes propios le dieron la espalda.
En estos tiempos preelectorales escuchamos muchas veces decir que son siempre las mismas caras… En algún punto puede que exista algo de razón, pero no es tan así. Muchas de esas mismas caras tienen una probada trayectoria en la vida política, trabajo comprobado, compromiso comunitario, responsabilidad institucional, que ameritan pensarlos como hombres y mujeres que sigan siendo nuestros representantes. Después de todo somos los ciudadanos los que con nuestro sufragio decidimos quienes si y quienes no. Por otro lado, también es necesario decir que el cambio de rostros no garantiza un futuro más venturoso. Quien pueda sostener esa afirmación estará incurriendo en una falacia seguramente interesada.
Porque volviendo a la compra de los colectivos, no solo fue una decisión política del Ejecutivo, fue producto de una demanda de un sector de la comunidad. Fue el escuchar que había una necesidad y por lo tanto era necesario atenderla. Se registraron dos reuniones vecinales de la que participaron concejales, de los que aprobaron y de los que se abstuvieron. Se transformó entonces en un proyecto que presentó el radicalismo, primero dentro del bloque de Juntos y más tarde como UCR.
Los concejales radicales no son ilusos como para pensar que el Ejecutivo no intentará capitalizar en términos políticos esta cuestión del servicio de colectivos. Lo saben perfectamente, pero entienden que en política es necesaria esa comprensión para que el destinatario final de un beneficio sean los vecinos, esos que después cuando entran al cuarto oscuro deciden sin presiones.
La vida política de las instituciones, de las comunidades, debe saber de entendimientos, de diálogo, de acortar distancias ideológicas en determinadas cuestiones, aunque se sepa que no siempre es posible. Pero cuando la oportunidad se presenta hay que saber aprovecharla para que una vieja demanda, un problema concreto, encuentre una salida, una solución.
La construcción no tiene que ver con caras, nuevas o de las mismas, tiene que ver con posicionamientos, con cuestiones humanas, con razonamientos que se alejen de las mezquindades. El radicalismo se ha reencontrado en su bloque con una nueva versión, que parece ser mejor y más sincera que la de algunos años atrás.