El único argentino en el Honeywell Leadership Challenge Academy fue reconocido por su liderazgo y desempeño integral en un selecto programa de la NASA en Estados Unidos, una experiencia que le cambió la perspectiva de su futuro profesional hacia la ingeniería aeroespacial.
Máximo Tito, de 17 años y estudiante del último año del Colegio Misericordia, ha puesto el nombre de Mercedes en el mapa internacional tras participar y destacarse en el exclusivo campamento espacial de la NASA, conocido como Honeywell Leadership Challenge Academy. Este programa, desarrollado en el U.S. Space and Rocket Center en Huntsville, Alabama, está dirigido a adolescentes de entre 16 y 18 años, y combina programación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)
con desarrollo de liderazgo.
El viaje de Máximo, quien nació en Campana y vive en Mercedes desde hace unos diez años, fue posible gracias a que su padre, empleado de Honeywell (una empresa con divisiones en tecnologías aeroespaciales, automatización industrial, entre otras), ganó un sorteo hace años, cuando Máximo tenía apenas dos. Para ser admitido, Máximo debió completar un formulario que exploraba sus motivaciones y lo que la organización ganaría al aceptarlo. La selectividad del programa es notable: de
1000 chicos que participan por semana, solo ingresan entre 150 y 200. A pesar de no haber sido aceptado en el intento del año pasado, este año logró entrar.
Máximo contó a Protagonistas que fue el único argentino en el campamento. La experiencia, que duró cinco días (de lunes a viernes), requirió que viajara solo por primera vez al extranjero, llegando a Alabama con anticipación el sábado. Las actividades se enfocaron en cuatro desafíos principales: aviación, robótica, electrónica y la parte física y química.
Entre los ejercicios, los estudiantes entrenaron como astronautas usando el Multi-Axis Trainer, que simula un viaje espacial turbulento, y el simulador conocido como la «silla 1/6», diseñado para experimentar la gravedad lunar.
Aunque la adrenalina del viaje incluyó una «turbulencia» durante el vuelo, el desafío más estresante fue la barrera idiomática. Aunque había tomado clases de inglés, necesitaba hablar español. Solo encontró a otros cuatro compañeros hispanohablantes: dos hermanos de Chile, uno de México y uno de Arizona con familia en Puerto Rico.
A pesar del estrés, Máximo demostró ser muy social, logrando forjar amistades internacionales que
aún perduran con chicos «de todo el mundo».
El Reconocimiento Inesperado
Inicialmente, Máximo pensó que el campamento era solo de aprendizaje. Sin embargo, el último día se entregaron premios al mejor líder y mejor compañero, entre otros. Máximo Tito fue el ganador de la máxima condecoración que se podía obtener allí.
«Yo iba con esa mentalidad, de solo aprendizaje, pero por lo que se veía, que fue lo que pasó al final, había premios para el mejor líder, el mejor compañero y cosas así… en la premiación, la mujer (presentadora) se puso a hablar, a hablar, y yo me quedé colgado mirando una silla», contó a Protagonistas Máximo sobre la ceremonia. Escuchó su nombre y subió al frente, siendo el único en recibir una medalla, mientras que los demás ganadores de otras categorías recibían diplomas.
La emoción fue tal que se enteró de la magnitud de su logro al día siguiente: la medalla significaba que había sido «el mejor en liderazgo, el mejor en esto, el mejor en todo lo que se fue haciendo anteriormente», es decir, el mejor en todos los desafíos realizados. Su padre, quien pudo ver la premiación en vivo, vivió una emoción «única» tras guardar la oportunidad del viaje durante tantos años.
Un cambio de rumbo con destino estelar
Antes de esta vivencia, Máximo consideraba estudiar Economía. Sin embargo, la inmersión práctica en el mundo aeroespacial transformó su visión del futuro.
«Obviamente me pareció algo tan pero más allá de hermoso. Fue algo lindo de ver, algo de presenciar, algo de que vos lo ves y te da ganas de estudiar eso» explicó. La experiencia hands-on, como sentarse en la silla giratoria para entender el mareo del cerebro en el espacio, fue clave. Hoy, su camino profesional ha cambiado drásticamente: planea estudiar ingeniería aerodinámica o aeroespacial.
Este logro marca «un antes y un después» en su vida. Tras regresar del campamento, no pisó suelo mercedino inmediatamente, sino que hizo un cambio de bolsos «en el mismo aeropuerto» para sumarse al viaje de egresados de su promoción del Colegio Misericordia a Bariloche.














