Por Mario Viñales

Para complementar la nota anterior, creo necesario abundar y profundizar un poco más en lo ya expresado. Fundamentalmente porque no solo se naturaliza respecto de lo ya manifestado, que son expresiones malintencionadas de algunos personajes. Es peor cuando nos referimos a hechos que ponen de manifiesto cuál es la forma de actuar de este gobierno, cuando se realiza un reclamo justo; por ejemplo, maltratar a jubilados y jubiladas, a pensionados y pensionadas, a personas con discapacidad en general, y a cualquiera que los acompañe a las marchas de los miércoles. No hay dudas de que se abusa del poder otorgado por los votos y, en apariencia, no tienen límites.

Es perverso actuar siguiendo órdenes para golpear, gasear o, lo que es peor, poner en riesgo la vida o la integridad física de los manifestantes. Lo han hecho con estudiantes, trabajadores, personal de la salud y, en fin, es contra todos aquellos que no comparten su concepto de libertad.

Es casi permanente encontrarnos con noticias que desalientan y, paralelamente, inventan otra noticia para que sea propalada por los medios que responden a esa forma de hacer política y pretenden justificar los desatinos del poder. Cuesta trabajo entender y/o explicar que uno de los objetivos sea desfinanciar la educación pública, la salud pública, la ciencia y la tecnología. Que el costo de bajar la inflación y sostener el superávit fiscal sea una baja en el consumo, el cierre de PyMEs (22.000 empresas), 276.000 trabajadores despedidos en dos años, salarios deprimidos en todos los niveles y un progresivo aumento del endeudamiento que preocupa.

La apertura indiscriminada de las importaciones atenta contra la industria nacional y el comercio en general.

Duele mucho ver a muchísimas personas que no pueden comprar sus medicamentos ni su alimento cotidiano. Que los costos de la energía eléctrica, el gas y los combustibles aumenten en forma indiscriminada. Ni hablar de aquellos que pagan alquiler o quedaron enganchados con los préstamos para vivienda de la época de Macri. La verdad es que, si esta situación se mantiene, va a ser muy difícil recuperar una vida digna.

El título de ambas notas es justamente un llamado de atención a quienes votaron este gobierno y a los que no lo votaron; también a los que se quedaron en casa y no concurrieron a las urnas; a los que aún tienen trabajo y a los que lo perdieron; a todos aquellos trabajadores que no han podido usufructuar los beneficios de estar “en blanco”; a los que dependen de salarios de hambre y también a aquellos que la están pasando bien. NO HAY QUE NATURALIZAR NADA QUE NOS AFECTE COMO CIUDADANOS.

Es hora de pensar en el futuro y descreer de aquellos que plantean que reformando leyes se va a resolver el trabajo en negro o que aumentaría la recaudación tributaria. Solo ordenaremos nuestro querido país cuando se proponga un plan de gobierno que contenga a todos los habitantes y se les reconozcan sus derechos.

No podemos ir a contramano del mundo. Hace falta un nuevo paradigma, sí, pero que surja del debate coherente y razonable de nuestro Congreso. No podemos vivir en la incertidumbre de desconocer hacia dónde vamos, mientras vemos los grandes negociados de amigos del poder, que quedan bajo la mesa y sin resolver casos como Libra, Lago Escondido y ANDIS. Basta de la protección de un Poder Judicial que cada día está más desacreditado.

No debemos claudicar, ni bajar los brazos, si hay que empezar de nuevo, habrá que empezar de nuevo,  «LA ÚNICA BATALLA QUE SE PIERDE ES LA QUE NO SE DA».