Vecinos de la conocida “placita San Luis” denuncian que un grupo de motociclistas ajenos al barrio interrumpe el descanso diario con ruidos ensordecedores y reuniones, sin que las autoridades brinden una solución definitiva a un problema que se repite noche tras noche, generando hartazgo y preocupación.
El barrio San Luis, tradicionalmente un remanso de tranquilidad en nuestra comunidad, ha visto su paz desvanecerse para convertirse, cada noche, en un escenario de ruidos y disturbios, especialmente en la plaza Rivadavia, conocida por los vecinos como plaza San Luis, y sus calles aledañas. Lo que los residentes describen como una «tierra de nadie» es el resultado de la constante presencia de un grupo de personas en motocicletas que, tras la medianoche, se adueña del espacio público, impidiendo el descanso y la tranquilidad de sus habitantes.
La problemática es recurrente: de lunes a lunes, y con mayor intensidad después de la medianoche, un grupo de individuos, que según los vecinos son «ajenos al barrio», se dedica a recorrer las calles haciendo sonar «el rugir de sus motores a alta velocidad».
Al llegar a la plaza, se congregan y protagonizan lo que describen como un «concurso infernal de sonidos ensordecedores», realizando «rebajes y todo tipo de ruidos con sus motocicletas». En redes sociales, una vecina refirió que estas veladas nocturnas suelen estar «amenizadas» con «cajones de cerveza y otras yerbas», sumiendo a la plaza San Luis en un ambiente de descontrol que contrasta con la necesidad de descanso de la mayoría.
Las consecuencias para los vecinos son graves y afectan a diversas esferas de la vida cotidiana. Aquellos que necesitan descansar para trabajar al día siguiente, los niños que deben ir a la escuela y los enfermos que requieren tranquilidad se ven privados de ello. La comunidad resalta que su «tranquilidad y derecho al descanso es violado cada día» por un grupo que «se adueña cada día de un espacio público molestando a todos».
Ante esta situación insostenible, la reacción de los residentes no se ha hecho esperar. Son «muchísimos los vecinos que se quejan», quienes han intentado buscar soluciones llamando «a la Policía o al número de reclamos municipal». Sin embargo, la respuesta ha sido infructuosa, ya que «la historia sigue repitiéndose cada noche». La falta de una «solución definitiva» ha generado un profundo enojo y hartazgo en la comunidad, que solo aspira a poder «descansar tranquilamente en su casa cada día», el «mínimo que puede pretender un individuo, luego de una jornada de trabajo».
La frustración es tal que surge la preocupación de que, «alguna noche, un vecino harto los enfrente», lo que podría derivar en «algún problema mayor». Los vecinos también se preguntan a qué se dedican estos individuos «más allá de la vagancia», especulando que, si dedican sus noches a la diversión, es de suponer que «de día se dedican a dormir y no a trabajar». La comunidad de barrio San Luis clama por la intervención de las autoridades para recuperar la paz y el respeto por el derecho al descanso que les ha sido arrebatado.