“Tanto Estado como sea necesario” es parte de una frase que muchos dirigentes políticos de la Argentina han usado especialmente durante campañas electorales. En el actual contexto que vive la Argentina, esa afirmación tiene una actualidad reveladora en el derrotero del proyecto del Jardín Maternal El Honguito.
Nació por impulso de un grupo de mujeres vinculadas al radicalismo y fue concebido como el primero de al menos cuatro jardines similares que se iban a ubicar estratégicamente a lo largo y ancho de la ciudad. Sin embargo, nunca pudieron ser más que el emprendimiento de la avenida 1.
El Estado estuvo siempre presente, hasta con ausencias. Parece una contradicción y tal vez lo sea. Porque entre 1985 y 1986, la gestión provincial de Alejandro Armendáriz, de la cual era parte el Dr. Juan Antonio Portesi, fue la que entregó un subsidio para la compra de la propiedad donde actualmente sigue funcionando. Eran tiempos en que el Estado municipal no veía con simpatía un bastión de otra fuerza partidaria.
El paso de los años fue consolidando la presencia comunitaria del jardín maternal y eran pocos los que veían un signo político en su fachada, sino que el trabajo llevado adelante era su razón de ser. Difícil era darle la espalda a un proyecto de esas características en tiempos en los cuales el Estado municipal ni siquiera imaginaba la posibilidad de contar con un jardín maternal.
Pero el Estado, siempre el Estado, fue el que lo llevó al naufragio y el que lo supo y pudo rescatar. Hacia fines de 2016 se empezó a hablar de una “municipalización” de El Honguito, a pesar que desde las esferas comunales referían a un convenio de colaboración. Durante largo tiempo ese grupo de mujeres que había soñado y concretado aquel objetivo habían obtenido el título de pilotos de tormenta porque supieron sobrellevar todos los inconvenientes que se cruzaron en el camino y que no fueron pocos.
Los recursos que llegaban como becas provinciales (tiempos de Daniel Scioli y de María Eugenia Vidal) no eran suficientes para cubrir las demandas del jardín. Recibían por una cantidad inferior a la matrícula que tenían, pues pensaban que no era un acto de justicia poner cupo a la necesidad de una comunidad demandante. De allí que las donaciones y los aportes externos eran oxígeno que los sacaba temporariamente de situaciones complejas.
Pero a veces el desgaste hace su parte y un buen día se tira la toalla sin que eso opaque semejante trabajo. La ausencia del Estado provincial o al menos la escasa presencia, llevó a que se genere un acuerdo con el Estado municipal para no tener que seguir golpeando puertas o recorriendo escritorios que garanticen subsistencia. En el medio habían quedado las promesas de un ministro que oportunamente lo recorrió, se comprometió y esos compromisos no se cumplieron. Santiago López Medrano era el nombre del funcionario que estuvo en Mercedes.
Con esos aportes municipales y con el correr de los meses, El Honguito se incorporó a la red de Espacios Primera Infancia de la Municipalidad y ya no hubo vaivenes institucionales como solían tenerse. No escapa a la realidad que, en aquellos primeros días de ayuda comunal, o en los momentos previos, hubo cierta resistencia a ceder, pero no había demasiadas opciones. Sucumbir o naufragar a permitir que la historia se siga escribiendo. No puede resumirse en un solo artículo 40 años de historia de una institución tan querida, pero sí al menos repasar en algunas líneas la importancia del Estado… tanto como sea necesario.