“Mercedes tiene un espacio muy grande en mi corazón”

Por Fernando Pachiani

Hace dos años que reside en Barcelona, España. Aquí nos cuenta sobre sus trabajos, proyectos y afectos.

Destino España

“Estoy en el barrio de Gracia, en una de las plazas, sentada en un banquito, usando los datos, para charlar con ustedes – comienza a contarnos Iara. Y estoy aquí desde el 21 de febrero de 2022 cuando decidí venirme.

En realidad fue algo no tan planeado, no tan mentalizado. Tomé la decisión porque tengo un primo más grande que vive acá en Barcelona hace 5 años, y viajé con otro primo que quería venir a conocer acá, y el entusiasmo de ellos me llevó a emprender el viaje y residir aquí. Pero en ese momento no lo tenía tan mentalizado. Saqué el pasaje y dije me voy, a probar suerte. Resultó bastante favorable, debo decir. No tenía ningún contacto previo, fue probar y ver qué podía encontrar.

Y la verdad que resultó muy bien. El primer año costó bastante. Es muy difícil el primer tiempo de estar sin papeles. Yo no me vine totalmente legal porque tenía una visa de estudios que no me permitía trabajar completamente. Fue probar trabajos, cambiar constantemente, a veces estar sin trabajo, pero se aprende un montón.

El tema papeles es importante…Te facilita muchas cosas si está todo bien.

Tener papeles te saca de muchos apuros. Obviamente la constancia legal es lo mejor, pero uno escapando un poco y probando suerte igual se anima. Es complicado pero se puede, no es que no.

Como te decía vine a lo de mi primo los primeros 6 meses, así que estuve conviviendo con él, compartiendo gastos, en mi propia habitación. Después me fui y me volví a mudar. Ya van 3 veces en total, ahora convivo con dos amigas desde hace ya un tiempo – una es Argentina, de La Plata, Valen, y Alex, una chica de Bulgaria, entró el mismo día que yo. Nos conocimos conviviendo y muy bien, muy contenta. No se encuentra en todos lados – dice.

Lo que yo puedo decir con respecto a mi experiencia es que si venís con ganas podés ir escalando de a poco. Igualmente a mí me fue favorable con el trabajo porque estudié gastronomía en el Instituto Elise, me recibí de gastronómica y lo primero que conseguí es dentro de la hostelería en sí. De a poquito,  primero empecé en la cocina de un club de tenis, y después de a poco fui cambiando de trabajitos, pero siempre me mantuve en la cocina.

La hostelería es lo más versátil, uno siempre pasa por camarero, cocina, ayudante, porque tiene más movimiento. Uno empieza por estos trabajos porque es lo primero para salir del paso. Yo por suerte tomé el rubro que me gusta.

Anteriormente había trabajado en Argentina en una pastelería, pero muy poco, en 2018, en Capital. Y después cuidé unos niños y el último tiempo trabajé para la empresa de cobro de deudas, nada que ver a lo que a mí me gusta, pero me sirvió para ahorrarme unos pesos y viajar que era lo que quería – comenta.

En el momento de tomar la decisión de viajar me sentí muy acompañada por mi familia, de eso no hay ninguna queja. Fue todo muy rápido, saqué el pasaje en agosto y viajaba en febrero, así que nos mentalizamos que en 6 meses me iba. Al principio era tipo: «vas a ver que volvés”… Y al final, no volví nada. Yo no lo tenía claro la verdad. La visa de estudios me permitía quedarme 6 meses, entonces cuando llego dije me quedo ese tiempo, puedo viajar, y  ver en acomodarme acá. Al final costó mucho más, y no me permitía viajar tampoco, pero me quedé a ver eso que tenía en mente y había imaginado…  Era mucha incertidumbre” – cuenta.

Hay que moverse

“Cuando uno llega a otro país es difícil al principio. La suerte de estar acompañada ayuda un montón, creo que los primeros días eso fue bastante clave. Ya después, mi primo, Nicolás Geracitano, trabajaba un montón, todo el día, así que tampoco lo veía mucho. El consejo de él fue: «hay que moverse, nadie te va a solucionar nada». Si lo querés hay que buscarlo, y los primeros días fue hacer papeles y llevar currículums. El primer trabajo que yo conseguí fue gracias a mi primo, que trabajaba como profe de Educación Física en el club de tenis, y la cocinera se iba, así que entré. Fue bastante fácil y no era mucho trabajo. Esa plata me servía y eran pocos días. Pero lo mejor es mentalizarse que se puede, y que cuesta un tiempo, no todo es rápido. Pero si llegás a conseguir algo salís del apuro, y eso te da la idea de conseguir algo mejor. Nunca hay que perder la esperanza, claramente. Lo mejor es moverse para conseguir algo. A medida que conocés gente te recomiendan lugares, y eso ayuda. 

Después de eso estuve un tiempo sin trabajo, y se dio la casualidad de que la cocinera que deja el espacio que yo ocupo, también era Argentina, de unos 50 años, la habían contratado de un restaurante que se abría acá por Gracia, que es un barrio de Barcelona,  y necesitaba ella una ayudante de cocina que la ayude a montar el restaurante que era nuevo, así que me servía para aprender y a ella tener a alguien conocido. Trabajé 5 meses hasta que cerró, pero estuvimos mano a mano en la cocina.

Después estuve sin trabajo nuevamente y se me vence la visa de estudios, y tuve que volver a mandar currículums y buscar trabajo. Pero aprendí un montón ahí. Siempre en la cocina, en un espacio mucho mejor, pero sí, hice eso.

Aunque yo me considero una mina proactiva y motivada, cada vez que te quedás sin trabajo experimentás una gran frustración. Incluso pensé en volverme.

Fueron dos las etapas más fuertes, cuando me quedé sin trabajo. Y la pasé un poco mal, me tenía que mudar y no sabía a dónde. Me sentí sola, no tenía la familia cerca o ese apoyo al que estaba acostumbrada. Me pregunté: ¿vale la pena estar endeudándome sin trabajo?

Pero al final le puse más ganas y busqué por el lado correcto y me encontré. Ahí apareció hablar con la familia, y me aconsejaron frenar, bajar la ansiedad y buscar la solución. Efectivamente con el tiempo las cosas mejoran. Pero sí se siente todo eso de querer volver, le debe pasar a todos los que migramos. Hay que pasarlo, y creo que cada paso es mejor”.

El apoyo de la familia

“Cuando me sentía desganada, hablaba con mis papás, con mi hermana, ellos son un pilar clave. Con mis amigos de acá también, que habían migrado, ellos me dieron mucha calma. Mis amigos y la familia fueron grandes pilares para sacar esa frustración de adentro. Hacíamos video llamadas, salía a caminar, y lloraba… Sentía mucha melancolía y quería estar con mi familia y amigos, eso pasa. Pero con el tiempo se hace más llevadero, y entendés que es un tiempo y que eso ya va a volver. Pero es duro, a la cabeza le pesa un montón…

Ahora estoy encaminada. Pude solucionar el tema de los papeles, conseguí un trabajo que me gusta un montón, y aprendo y voy a trabajar con ganas, algo que buscaba hace mucho tiempo. Pero todavía estoy acomodándome, a nivel económico. Me gustaría estar tranquila, pero estoy contenta y eso me hace feliz. Ahora estoy trabajando en una cocina, un lugar nuevo que abrió hace 6 meses, que se llama «Taulat 44», está en Poblenou, y se da la casualidad que el jefe de cocina es mercedino, Tomás Peisino. El mundo es muy pequeño. Él está como encargado, y yo trabajo hace un mes. Yo fui a hacer una prueba a un lugar, y cundo terminé les había gustado. Así que me mandaron acá. Y trabajo mano a mano con Tomi, estamos muy contentos de trabajar juntos. Extrañamos mucho Mercedes y es una alegría trabajar juntos.

Por ahora estoy muy enfocada en el trabajo. Lo que pude resolver acá en Barcelona fue decidir si lo que más me apasionaba era la cocina. Mi abuela y mi mamá siempre cocinaron, y lo vi siempre. Me gusta brindarles buena comida a los demás, y acá me contagié de eso, así que quiero ampliar mi abanico de sabores, y viajar y experimentar todo ese lado. Voy por eso. Hay que animarse, y todo llega.

Mirá justo hablaba con mi compañera de piso que le gustaría tener un café. Yo le decía que no lo pienso porque lo veo muy grande aún, pero me dio un cosquilleo, unas ganas de emprender a futuro algo así. Por ahora es muy lejano, pero quién sabe…

Tengo ganas de quedarme acá, creo que este trabajo intensificó las ganas de estar acá y ponerle toda la garra a seguir creciendo. Por ahora me quedaré en Barcelona. La idea es quedarme un tiempo más y disfrutar de esto que está pasando. Hoy no se me cruza la idea de moverme. Pero ya veré.

Hoy por hoy el restaurante funciona muy bien. Es un espacio nuevo que abrió hace relativamente poco. Los dueños son argentinos también y apuntaron a tener platos de allá: por ejemplo tenemos en la carta sanguche de milanesa. Está muy lindo. Es como un café de especialidad, hace horario de día… Está a una cuadra y media de la playa”

Los niños franceses

“Aquí también hice de niñera y cuidé a dos hermanitos franceses. En ese momento estaba sin trabajo, así que los iba a buscar a sus colegios, y los cuidaba hasta que volvía la madre.

Acá me sorprendió que la gente confía un montón, algo que nosotros no tenemos tan acostumbrado. Di con ellos porque una amiga de una amiga cuidaba a los niños y se iba, así que me pasó el contacto de la madre. Fui a conocer a la mamá, y me pasó los días y arranqué. Me dieron su confianza para retirarlos del colegio, llevarlos y traerlos en el carrito. Fue como de boca en boca. Los niños tenían 5 y 3 años, eran pequeños. Me encariñé mucho con ellos. Obvio que no era el trabajo que yo buscaba pero en ese momento me sirvió y me permitió tener mi propio dinero.

Mercedes

“Yo crecí y estuve siempre en el mismo lugar. En la 51 y 30. Viví toda mi vida ahí. Mi mejor amiga es mi vecina, teníamos las paredes pegadas. Es un barrio que tengo grabado en mi mente. Todos mis amigos eran del barrio cuando era chica, y mis papás se conocían con todos sus papás. Jugábamos con agua, a la escondida, fui muy feliz. Fui a 3 colegios cuando fui chica: fui a primaria en la Escuela Nº2 en la 26 entre 29 y 31, después en la secundaria me pasaron a Nacional, donde hice los 3 primeros años y terminé en el Colegio San Antonio, donde tengo mis amigas. Mis amigas después fueron variando. Una de mis mejores amigas vive en Copenhague, Magdi Deluca. Mercedes tiene un espacio muy grande en mi corazón. No hablo mucho porque me emociono pero sí, la verdad que extraño un montón y pesa bastante.

De la ciudad extraño mucho el parque, el ir a sentarme a tomar aire al parque, como hacíamos casi todos los fines de semana, es una de las cosas que más me gustan. Estar en mi casa, en lo de mis abuelos o tíos, es algo que tengo muchas ganas de volver a vivir. Caminar por las calles de Mercedes, estar cerca de todo. En su momento tenía moto y poder ir y venir rápido… Extraño mucho Mercedes” – concluye.

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